MES DE ABRIL |
Los fríos vientos del invierno son un
recuerdo cercano, mientras los brillantes rayos de sol nos iluminan el camino
hacia abril. Este mes marca el año nuevo astrológico y durante siglos el día 1
de abril era el año nuevo para la mayor parte del mundo. Cuando se introdujo el actual calendario
gregoriano, basado en el ciclo solar, el año nuevo perdió su afinidad con el
zodiaco. Fueron necesarios casi dos siglos para que el nuevo calendario fuera
aceptado.
La hierba es de color verde intenso, los arboles empiezan a echar brotes y los
pájaros cantarines vuelven al cortejo y al apareamiento. La cabeza nos da
vueltas por las ganas que tenemos de celebrar la luz del sol y el florecimiento
del año.
Se celebra el día de los inocentes en la
tradición anglosajona.
El día de los inocentes, el 1 de abril en
los países anglosajones, es una fiesta desenfadada llena de bromas y risas. A
pesar de que sus orígenes son algo turbios, algunos indicios señalan que esta
celebración de burlas y bromas empezó durante el cambio de calendario. Los
inocentes eran aquellos que se mostraban contrarios al cambio.
La idea de reírse y bromear es una
tradición ya consagrada. En diversas tradiciones de los americanos nativos, hay
embaucadores y payasos sagrados cuya misión consiste en decir la verdad
mediante el humor. Las bromas, las
burlas y las payasadas alejan a la gente de sus pensamientos cotidianos y la
inician en una nueva relación con lo sagrado y el espíritu.
En Europa, la tradición del bufón
proviene de un tiempo en el que no existía la libertad de expresión. El bufón
era considerado un alma gemela del monarca, aunque agraciada con una locura
infantil. La locura se consideraba algo sagrado, un toque divino, y por tanto,
permitía al bufón salirse de las normas
y códigos de conductas habituales. El bufón podía decir lo que quisiera,
destacar incongruencias y contradicciones y destapar la hipocresía. Lo hacía
con risas, payasadas, comentarios subidos de tono y lenguaje vulgar. En muchos
casos, los bufones eran los únicos que podían cantarle las cuarenta a las
clases dirigentes.
Las tradiciones folclóricas y mágicas nos
hablan de los tiempos y lugares llamados “neutrales”. Ni esto ni aquello; en
los lugares y en los tiempos neutrales, las reglas normales no sirven, es
decir, entre las montañas y la tierra y entre la tierra y el cielo. Entre
tiempos llega la caricia de la media noche, el momento entre el anochecer y el
amanecer, las horas del crepúsculo. Son instantes apenas perceptibles que se
encuentran en el umbral entre una cosa y la otra.
En los lugares mágicos, se revelan los
reinos de los invisibles y nos tocan y nos cambian para siempre. En ciertos
momentos, suceden momentos neutrales mágicos, los que normalmente no se ven,
por unos instantes, nos ofrecen
seductores cambios de lo que es, lo que
fue y lo que será. Un ejemplo seria el anochecer o el amanecer.
Abril, a partir del primer día, es un
momento muy mágico. Cada nuevo día, con las nuevas flores y los pájaros en las
ramas, nos traslada al momento entre la infancia y la edad adulta.
Contactaremos con nuestro propio bufón interior de modo que permitamos que las
risas y las bromas nos aparten de las
depresiones del invierno.
Concentrémonos en ese brillante punto de
locura en nuestro interior para descubrir donde residen el deseo y el placer.
En ese lugar tan sutil, recuperemos el camino hacia la inocencia, las risas, el
alborozo y la alegría. Frescos y vivos, bufones alocados, salimos a la luz del
sol dispuestos a vivir la próxima gran aventura y la resplandeciente nueva
estación.
Es el momento para ver las cosas con ojos
frescos y de escuchar canciones como si fueran la primera vez. Estamos
redescubriendo la magia y reaccionando de nuevo frente al mundo de luz y
belleza.
“Estamos entre el pasado
y el futuro.
Volvámonos inocentes”.
El.alquimista.de.la.noche@gmail.com