El gato es el
compañero por excelencia de las brujas en las tradiciones occidentales. Durante
mucho tiempo, su intensa mirada, sus movimientos silenciosos y sus percepciones
psíquicas inspiraron la espiritualidad y la magia de los seres humanos. Muchas
brujas modernas comparten su hogar con compañeros felinos.
A muchos gatos
domésticos les gusta estar con sus amos en rituales por pura curiosidad y compañerismo.
Algunos también prestan sus energías a los hechizos mágicos y pueden advertir a
sus propietarios de la presencia de espíritus. No todos los gatos son espíritus
que nos protegen, pero podemos aprender muchas cosas de cualquier garito. Sus
famosas siestecitas nos recuerdan que debemos descansar, mientras que su mezcla
de independencia y socialización supone un buen equilibrio entre el tiempo que
nos dedicamos a nosotros mismos y el que pasamos con los demás. En muchas
culturas consideran que los gatos dan buena suerte, y un gato en un hogar es
bueno tanto para el felino como para los humanos que residen allí (¡suponiendo
que ninguno de ellos tenga alergias!). Podemos introducir un poco de pelo de
gato en una bolsa de amuletos para fomentar la armonía, la tranquilidad o la
inventiva. Las deidades felinas muchas veces se relacionan con la magia, la
belleza y la fertilidad, aunque deberíamos acoger y recibir a cada una de ellas
(como Bast o Freyja) por sus propios méritos y virtudes.
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