jueves, 10 de octubre de 2019

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“Cuando cuente tres entrarás en un profundo sueño”… 
Así comienzan la mayoría de las sesiones de hipnosis en las películas. Lo siguiente es ver cómo el protagonista hace la “famosa gallina” o cómo rememora sus traumáticas vidas pasadas en el diván de la oficina de un psiquiatra o psicólogo.
La hipnosis, que es el estado de sueño artificial producido por otras personas o aparatos, siempre ha generado atracción y a su vez cierto rechazo. 
Sin embargo, la ciencia ha salido en su apoyo para tratar de demostrar sus efectos sobre la función cerebral.
Una investigación de la Universidad de Virginia, asegura que hay una explicación científica del por qué una persona pueden profundizar más que otros en la inducción hipnótica y es porque presentaban un rostrum cerebral un más grande.
Es decir, "la parte del cuerpo calloso del cerebro que está involucrada en la asignación de la atención y la transferencia de información entre la corteza prefrontal" .
Si tenemos en cuenta esta diferencia fisonómica entre las personas a las que se les puede profundizar más en estado hipnótico y las que no, cabe preguntarse si este estado de letargo artificial y provocado tiene algún efecto en la forma en la que funciona nuestro cerebro la respuesta es "SI"
"La hipnosis es una técnica útil para ayudar a ciertas terapias”.

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